Taller Filosófico de Tecla Sala XIX
13 de ENERO de 2011

EL SILENCIO


Un problema específico de nuestra sociedad, del orden en el que nos movemos actualmente, es el de encontrar un espacio para pensar. Esta carencia afecta al individuo en su acontecer diario y toma la forma de una existencia sin momentos para la reflexión.


Una de las consecuencias más inmediatas de este estilo de vida es la sensación de que nuestra propia vida no depende de nosotros. Hacemos las cosas sin reflexionar demasiado acerca de ellas, sin cuestionar de donde viene esa necesidad de hacerlas, o de plantearnos si son legítimas. Pocas veces encontramos la manera satisfactoria de enfrentarnos a esa pregunta.


¿Podemos sentirnos satisfechos con una vida que no hemos escogido?


Si buscamos analizar las causas de esa carencia, nos encontramos con un sinfín de teorías que nos hablan acerca del malestar del individuo y de la sociedad. Algunas de ellas, como el marxismo o el psicoanálisis, son ya viejas conocidas, que aparecieron al mismo tiempo que esta sociedad, denunciando los problemas que iban surgiendo de la mano de la industrialización y la burguesía. Otras, más recientes, han aparecido como una adaptación a nuestro tiempo de ideologías muy antiguas.


Sin rechazar o aceptar de antemano nada que se haya dicho, me gustaría pensar la falta de reflexión en nuestras vidas no como un problema de falta de espacio sino como un problema de falta de silencio.


El silencio es un requisito indispensable para que aparezca la reflexión; para que se pueda dar esa actividad que llamamos pensar.


En nuestras vidas, lo que falta no es el espacio. De hecho, todos tenemos un hogar, una habitación propia o un espacio que es sólo para nosotros en algún momento del día. Comparados con otras sociedades, u otros momentos de la historia, vivimos con una holgura espacial como nunca ha habido, con la capacidad de aislarnos físicamente de los otros.


Ocurre, sin embargo, que no llenamos esos espacios con nuestros propios pensamientos, sino con los de los demás. Libros, música, T.V., videojuegos, chats, etc. Todo con tal de no oírnos a nosotros mismos.


¿A que se debe este comportamiento?


Atrévete a pensar

Kant

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