Taller Filosófico de Tecla Sala XIX
13 de ENERO 2011

Texto de apoyo

Es moneda corriente entre las personas informadas sostener que vivimos en una sociedad atomizada y deshumanizada y que esto viene a reflejarse en la falta de comunicación que existe entre sus individuos; ya nadie habla con los demás. Es posible que con ello quieran referirse, si hemos de atender a la realidad que cotidianamente nos circunda, que a pesar de haber una cantidad desorbitada de información, la verdadera comunicación está impedida, quizá incluso por ese océano de palabras y mensajes en el que nos movemos a diario; existe un exceso de ruido de la máquina que impide la verdadera comunicación, o mejor, los canales de comunicación han terminado por contaminar el contendido de la misma, deshumanizándola, desnaturalizándola, llenándola de malentendidos.[1]


No obstante, a nuestro juicio, lo que sucede es justamente lo contario, es decir: vivimos en una sociedad saturada de relaciones interpersonales y de comunicación personal e íntima; no se trata sino de un exceso de ruido del alma, que, por ese precepto de comunicación interpersonal, se ve legitimada a sacar lo más recóndito de sí.”


Que piensen ellos. Micro ensayos., El precio de las palabras; entre Maurice Blanchot y Francisco de Quevedo., ed. Opera Prima., 2001., Velasco Bartolomé, E.




[1] Es posible que también hayamos malentendido sus palabras, que emboscado bajo el baño de esa moneda corriente exista un metal tendencioso y que, en consecuencia, cuando dicen deshumanizada no quieran decir “carente de humanidad”, sino más bien “carente de humanismo”, y este malentendido parece probable porque, por muy hedonista que se diga que es nuestra sociedad, lo cierto es que la felicidad sigue engendrando mala conciencia. Pero es harina de otro costal.

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